Héctor Abad Gómez (1921-1987) fue un médico, docente y activista colombiano cuyo legado trascendió los ámbitos de la salud y los derechos humanos. Nacido en Jericó, Antioquia, en una familia humilde, su vida estuvo marcada por valores como la solidaridad y el compromiso social, principios que definieron cada una de sus acciones.
Infancia y formación de Héctor Abad Gómez
Desde temprana edad, Héctor Abad Gómez mostró una gran sensibilidad hacia las injusticias sociales. Estudió medicina en la Universidad de Antioquia, destacándose no solo por su excelencia académica, sino también por su visión humanista. Para él, la medicina no era simplemente una profesión, sino una herramienta para transformar vidas y combatir las desigualdades estructurales.
Un médico con visión integral
Como profesional, Abad Gómez entendía la salud como un derecho fundamental, indivisible del bienestar colectivo. Revolucionó la enseñanza de la medicina, integrando un enfoque humanista que conectaba las enfermedades con los factores sociales y económicos que las originaban.
Su labor trascendió la academia; impulsó proyectos de salud pública orientados a las comunidades más vulnerables de Antioquia. No se limitó a los hospitales, sino que llevó su práctica a las calles, acercándose a quienes más lo necesitaban.
El activismo de Héctor Abad Gómez en tiempos de adversidad
En las décadas de 1970 y 1980, durante una de las épocas más violentas en la historia de Colombia, Héctor Abad Gómez emergió como un defensor incansable de los derechos humanos. Desde la presidencia del Comité de Derechos Humanos de Antioquia, denunció crímenes como desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales, enfrentándose tanto a grupos armados ilegales como a sectores del Estado.
A pesar del peligro constante, nunca cedió en su lucha por la dignidad y los derechos de las víctimas del conflicto. Su valentía y su compromiso lo convirtieron en una figura emblemática de la resistencia ética en un contexto de violencia e impunidad.
El legado de Héctor Abad Gómez trasciende
El 25 de agosto de 1987, mientras participaba en una manifestación pacífica en Medellín, Héctor Abad Gómez fue asesinado por sicarios, en un acto que reflejó la brutalidad de aquellos años oscuros. Sin embargo, su muerte no apagó su legado. Por el contrario, lo consolidó como un símbolo de integridad y valentía.
Su vida y obra fueron inmortalizadas por su hijo, Héctor Abad Faciolince, en la obra El olvido que seremos, un homenaje que profundiza en la dimensión humana y ética de Abad Gómez. Este libro no solo rescata la memoria de un hombre excepcional, sino que lo posiciona como un referente universal en la lucha por la justicia social y los derechos humanos.
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