¿Te gustaría conocer la historia de una mujer increíble que dejó una huella imborrable en la radio colombiana con su voz y pasión? Te presentamos a Cecilia Fonseca de Ibáñez, una pionera que desafió los moldes de su época y brilló en un medio dominado mayormente por hombres.
Su voz era única y su conocimiento impresionante. Fue una referente en la locución y el periodismo cultural en el país.
¿Quién fue Cecilia Fonseca de Ibáñez?
Nació en Bogotá el 19 de octubre de 1927, en una familia de clase media-alta. Su padre, el coronel del Ejército Luis Felipe Fonseca, y ella se educaron en el prestigioso colegio de las Señoritas Casas.
Desde muy joven, sintió una gran pasión por las humanidades y fue una de las primeras mujeres en ingresar a la universidad para estudiar filosofía. Sin embargo, no completó sus estudios porque se enamoró del periodismo. En la Universidad Nacional, conoció al amor de su vida: Jaime Ibáñez, un joven poeta que la conquistó con sus versos.
A los 19 años, inició su carrera en la Radiodifusora Nacional de Colombia, donde su amigo Fernando Plata Uricoechea acababa de ser nombrado director. En la radio, Cecilia demostró su versatilidad y talento, participando en programas de poesía, música clásica, ballet, radionovelas, libretos y consultorios sentimentales.
Fonseca Ibáñez se convirtió en la voz femenina de la estación, junto a comentaristas de la talla de Álvaro Mutis, Jorge Zalamea, León de Greiff y Bernardo Romero Lozano, quien le enseñó a manejar tan bien sus locuciones que ganó el corazón de muchos oyentes.
Ella afirmaba que “aprender a leer frente a los micrófonos es una íntima conexión con la voz” y practicaba con un lápiz debajo de la lengua para perfeccionar su vocalización.
Fue una de las primeras mujeres en viajar para cubrir eventos en vivo desde otras ciudades y países, como el Festival Internacional Cervantino en México y el Festival de Salzburgo en Austria.
También fue una de las pocas mujeres que frecuentaba el Café Automático, la versión cachaca de La Cueva Barranquillera de Gabo. En la Radio Nacional, compartió con grandes figuras de la cultura y el arte, como León de Greiff, Jorge Zalamea, Álvaro Castaño, Fernando Arbeláez, Eduardo y Alberto Zalamea, Omar Rayo, Enrique Grau y Alejandro Obregón, entre otros.
Su vida cambió con el bogotazo, cuando presenció cómo sus amigos intelectuales liberales, incluyendo a Jorge Gaitán Durán y Jorge Zalamea, se apoderaron de los micrófonos de la Radio Nacional para llamar a los liberales a tomar el poder, acusando al gobierno conservador de ser cómplice del crimen de Gaitán.
Cuando el ejército los expulsó de la emisora, salieron entonando el himno nacional. Al año siguiente, todos los liberales de la Radiodifusora fueron despedidos por el nuevo director conservador Rafael Maya, y Cecilia fue una de ellos.
Una mujer adelantada a su época
Cecilia no se quedó sin trabajo y se unió a las emisoras Nuevo Mundo de Caracol Radio, donde la programación dependía de la publicidad. Su nieta dice que ella pensaba que “la nueva radio era pobre en poesía”.
Afortunadamente, Álvaro Castaño, su antiguo amigo de la Nacional, la invitó a participar en la creación de HJCK, con un enfoque informativo más humanista, acorde con la esencia de Cecilia.
Regresó a Radio Nacional en 1958 y, en este medio, cuando los equipos permitían transmisiones fuera de los estudios, se aventuró a cubrir los festivales musicales en las regiones colombianas.
En 1972, creó el primer consultorio sentimental femenino de los medios colombianos para la cadena Todelar.
¿Te imaginas recibir cartas manuscritas de mujeres que te cuentan sus problemas, dudas y penas, y tener que responderles con consejos y ánimos?
Eso es lo que hacía Cecilia en su programa ‘Así resolvemos su caso’, donde se ponía en la piel de una amiga comprensiva y sabia, que usaba seudónimos poéticos para proteger la identidad de las oyentes.
Cecilia era una mujer adelantada a su tiempo, una profesional que defendía la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. Y tenía muy claro cuál era el camino para conseguirlo: la educación y la independencia económica.
Así se lo transmitió a sus hijos y nietos, y se lo hacía saber a las mujeres que la escuchaban por la radio: no hay nada más liberador que poder valerse por sí misma, sin depender de nadie.
Pero Cecilia no solo se dedicaba a resolver casos, sino que también tenía otro programa muy exitoso: ‘De Viva Voz’, donde entrevistaba a los personajes más destacados de la cultura nacional, como Santiago García, Eduardo Caballero Calderón, Jorge Gaitán Durán.
Una referente para las generaciones futuras
Durante más de 50 años, los colombianos escucharon su voz en distintas emisoras y programas. Su forma de hablar, culta, serena y elegante, le ganó el respeto y el afecto de sus oyentes y de sus compañeros de profesión.
Fue una defensora de la cultura y una impulsora del arte nacional. Su aporte a la historia de la radio y la comunicación en Colombia es inmenso.
Cecilia Fonseca de Ibáñez, una leyenda de la locución colombiana, nos dejó el 29 de diciembre de 2001. Su nieta, Ana María Montaña, ha dedicado su trabajo a divulgar su obra y su recuerdo a través de libros, documentales y exposiciones.
Esta trayectoria y su obra son un modelo de pasión, profesionalismo y compromiso con la cultura. La voz de Cecilia es una memoria que no se borra. Fue una mujer pionera, una dama bogotana innovadora, una voz que enamoró a Colombia con su talento, su sensibilidad y su pasión por el arte.
X: @Co_ilustres
Facebook: Colombianos Ilustres
Instagram: @co_ilustres
LinkedIn: Colombianos Ilustres