El mundo del arte en Colombia tiene grandes nombres, Eduardo Ramírez Villamizar es uno de los más grandes. Desde los colores vibrantes hasta las ideas únicas, este artista nos dejó un legado del que vale la pena aprender, es por eso que hoy vamos a hablar de quién fue y de lo que significa para el arte de este hermoso país.
Un Pionero Audaz
¿Quién hubiera pensado que un niño nacido en Pamplona, Colombia, el 27 de agosto de 1922, se convertiría en un pionero del arte abstracto en su país? Eduardo Ramírez Villamizar no solo desafió las convenciones artísticas, sino que las reescribió con un enfoque minimalista. Pero tal y como pasa con los grandes artistas, su influencia no se quedó en Colombia sino que traspasó fronteras.
Además de crear arte espectacular, también se le daba bien ganar premios. ¡Y no hablamos de cualquier premio! El Salón Nacional de Artistas de Colombia le otorgó el primer lugar en múltiples ocasiones, arrasando en 1959, 1962, 1964 y 1966. Si bien ya esto por sí mismo es bastante impresionante, el hecho de que haya ganado estos premios siendo su tipo de arte tan diferente e innovador es aún más impresionante.
Sus Mejores Obras
Entre las creaciones más impactantes de Ramírez Villamizar se encuentran los murales “El Dorado” y “Mural horizontal”. Además, su serie escultórica “Recuerdo de Machu-Picchu” es algo que deleita a cualquier amante del arte abstracto. Y por otro lado, las monumentales instalaciones escultóricas en espacios públicos, como “16 torres” y la intrigante “Nave espacial” también son un deleite visual que desde el principio fueron admiradas y muy bien valoradas por los artistas.
A pesar del reconocimiento que obtuvo como artista, su camino hacia la grandeza no fue sencillo. La crisis económica de 1929 sacudió a su familia, tuvieron que trasladarse a Cúcuta. Fue aquí cuando el joven Eduardo comenzó a forjar su destino artístico, por lo que se podría decir que siendo el menor de 11 hermanos, a pesar de las dificultades por las que pasaba su familia, supo encontrar el camino que quería seguir en su vida.
De Acuarelas a Óleos y de Óleos a más: Su evolución como artista
Las acuarelas fueron su lienzo en la década de 1940, pero como curioso artista que era, Eduardo no se detuvo ahí. En 1946, exploró la pintura al óleo. Además, las formas geométricas comenzaron a asomarse entre sus intereses, señalando el camino que estaba a punto de recorrer. En 1947, su viaje de siete meses que lo llevó a introducirse en las vanguardias europeas, también significó un punto de inflexión en su carrera.
La década de 1950 trajo consigo la verdadera explosión de Eduardo en la pintura abstracta geométrica. Su tiempo en París entre 1950 y 1952 fue como una receta de inspiración artística. Se empapó de las obras de los más grandes como Picasso, Brâncuși y Vasarely. Además, tuvo el placer de conocer a otros artistas geométricos en la galería de Denise René.
Un gran legado
Eduardo Ramírez Villamizar fue mucho más que un pintor y escultor. Fue un visionario que llevó el arte abstracto a nuevas alturas en Colombia y que lo dejó en lo más alto. Sus obras siguen asombrando a quienes tienen la suerte de contemplarlas, y su impacto en la escena artística del país es innegable.
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