Julio Abril, un nombre que resuena con fuerza en el panorama artístico colombiano, es sinónimo de talento, dedicación y una profunda conexión con las raíces culturales de Colombia.
Nacido el 20 de agosto de 1911 en Moniquirá, Boyacá, Julio Vicente Agapito Abril Mayorga fue un escultor, pintor y dibujante cuya obra ha dejado una huella imborrable en la historia del arte de su país.
Los inicios de Julio Abril
Desde sus inicios en el campo del arte, Abril demostró una habilidad innata para captar la esencia de la identidad colombiana. Su educación formal comenzó en el Instituto Técnico Central de Bogotá.
Durante esta etapa, continuó bajo la tutela de maestros como Gustavo Arcila Uribe, José Domingo Rodríguez y Carlos Reyes en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional. Esta formación fue el cimiento sobre el cual construyó una carrera llena de éxitos y reconocimientos.
En 1936, Julio Abril celebró su primera exposición, presentando su obra “Cabeza de India”, una talla de madera que le valió el primer premio en la Exposición de Barranquilla de 1938. Este fue solo el comienzo de una serie de logros que marcarían su trayectoria.
Mientras que en 1939, ganó el concurso nacional para el monumento a la raza Chibcha en Boyacá con su proyecto “Monumento a Quemuenchatocha”, que es una obra que refleja su habilidad para interpretar y plasmar temas autóctonos con una visión moderna y universal.

Más de la carrera de Abril
Además, no solo se destacó en la escultura, sino que también dejó su marca en el mundo de la pintura y el dibujo. Sus ilustraciones adornaron las páginas de libros y periódicos, y sus dibujos publicados en El Tiempo desde 1938 son testimonio de su versatilidad y compromiso con el arte colombiano.
Su estilo, caracterizado por una fuerte representación de motivos autóctonos, se convirtió en un fuerte representante de un arte colombianista, el cual buscaba reflejar la identidad y la historia de su gente.
Un legado que quedará en la historia colombiana
El legado de Julio Abril va más allá de sus obras; es un legado de inspiración para las generaciones futuras de artistas colombianos.
Su vida y su trabajo son un recordatorio de la importancia de la cultura y la identidad en el arte. También de cómo un artista puede influir y enriquecer la narrativa de un país, a través de su creatividad y su pasión.
Hoy celebramos no solo al artista, sino al hombre que con su obra se convirtió en un embajador de la cultura colombiana. Es por eso que su contribución al arte de Colombia es un tesoro que seguirá siendo admirado, estudiado y apreciado por muchos años más.
Julio Abril, un ilustre colombiano, cuyo espíritu artístico sigue vivo en cada una de sus creaciones.
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